Bien sabéis que Tralalí, de Benjamin Chaud, es uno de nuestros favoritos en Rutas. Un álbum con fuerte componente lírico y musical, que representa a la perfección la amplitud de la lectura compartida: hay lugar para todos, conexión con lo popular y lo culto, códigos diversos, participación creativa. Los bebés lo leen desde antes de balbucear y es representable a cualquier edad, con infinitas posibilidades de ampliación. Incluso los adultos se dejan arrastrar en nuestras formaciones y acaban despojándose de la seriedad y el imperativo funcional, para celebrar simplemente la alegría de vivir y de comunicarnos, de estar juntos.
Hoy por fin acompañamos su lectura desde nuestro hogar en Rutas con este pequeño vídeo que nació para el MOOC «Arte, palabra y lectura en la primera infancia»:
El libro se construye desde una clara acumulación de elementos: una lista de invitados que tiene la estructura fija de lo impreso y la libre disposición del canto, donde podría transformarse hasta el infinito y hacernos autores improvisados. También podría convertirse en un ritual introductorio para grupos de aula o biblioteca, donde cada participante incorporaría su propia imagen y sonido, o el de sus amistades, reales o imaginarias. Podría iniciar un viaje, un proyecto, un universo, como sucede con el de Pomelo, “hijo” del mismo ilustrador y dotado por su “madre”, Ramona Badescu, de listas maravillosas que se ajustan como un guante a estos juegos de ficción y pensamiento activo. Algunas componen por sí mismas la obra, desde una perspectiva inesperada con respecto a su empleo habitual. Así sucede con Los colores de Pomelo o Pomelo y las formas. No se dejan encerrar en la clasificación, sino que estallan como fuegos artificiales en una apoteosis de matices. Otras listas, con igual inspiración creativa, quedan liberadas en los paratextos, por ejemplo la de ingredientes del libro que triunfa en la contracubierta de Pomelo sueña. También encontramos las que enmarcan la aventura, como el programa de mano de “Primavera”, en Pomelo se pregunta, o las que desarrollan su totalidad, como la lista de preguntas que inicia ese mismo título.
El estilo lúdico y experimental de Badescu es ideal para guiar el inicio de un manual de escritura con planteamiento infantil, dicho sea en su mejor sentido. Explorararemos las listas para componer el personaje (“Pomelo es elefantástico”, que cierra el volumen del mismo nombre), para dotar su mundo cercano (“Pomelo está enamorado”, primero de la serie, y “¡Es carnaval!”, en Pomelo sueña) y su evolución posterior (el itinerario de “Lo desconocido”, en Pomelo viaja). Como creador, el niño se encuentra más cómodo en esta posición similar a la del juego, donde la resolución de conflictos no pone fin al planteamiento, sino que encadena nuevos episodios disponibles mientras dure el interés por el mundo creado.
De manera equivalente, pero esta vez con respecto a la ilustración, la obra de Benjamin Chaud es apropiada para numerosas propuestas plásticas con niños y niñas de todas las edades, pues coinciden los métodos de ambos. Como dice él mismo en esta entrevista, publicada en el blog Un periodista en el bolsillo: “Yo no tengo ideas y luego las dibujo, sino que dibujo y así llegan las ideas”. Algunos “trucos” por los que triunfa en nuestras actividades son su paleta de colores, tan del gusto de los pequeños, su estilo acumulativo, su libertad de proporciones y su expresividad.
La imagen de cabecera pertenece a Tralalí, vamos a dormir, de Benjamin Chaud. El cierre es una paleta de color creada con la aplicación COOLORS