Si bien la presencia de la literatura es habitual en el aula, son muchas las ocasiones en que su utilidad se reduce a la transmisión de determinados patrones que el adulto considera positivos en la educación del niño. Algunas bibliotecas escolares se ordenan en base a sus contenidos morales, a partir de los cuales se crean centros de interés. En dichos casos, la buena literatura se halla al servicio del deseo adulto por inculcar determinados hábitos o valores en los alum?
En ocasiones la didáctica de las buenas maneras deja de lado cuestiones como el deleite que proporciona la lectura de un texto bien escrito y bien ilustrado, la forma en que se cuenta la historia, la competencia crítica que adquirirá el niño en contacto con la belleza, el desarrollo de su sensibilidad, la mejora de su expresión. A veces, se nos olvida la importancia de su capacidad creativa e imaginativa. Buscamos que aprendan a leer, que comprendan los contenidos y se eduquen en valores pero ¿y la forma? ¿Dónde quedan las estructuras literarias y para qué sirven?
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