Los mapas de los exploradores y de los cartógrafos no son iguales, pero conducen unos a los otros como si fueran partes de una misma rueda.
Los exploradores toman las rutas conocidas hasta su última frontera y dibujan a partir de ahí sus caminos: Nos muestran el curso de los ríos mientras los navegan, las selvas con sus criaturas, los valles desde la última cumbre escalada. Toman la realidad que sus sentidos perciben y nos la brindan como un sueño que impulsa nuestra curiosidad.
Los cartógrafos recogen esos sueños y los superponen, hasta encontrar las líneas que coinciden. No necesitan recorrerlas sino interpretarlas sobre el papel para que otros se orienten a partir de ellas.
Los niños y niñas son más exploradores que cartógrafos. El verano es su tiempo de aprender sobre el terreno, de elaborar sus propios materiales… o descubrir el Manual de recreo.
Detrás de lo que podría parecer un libro más de actividades se esconde un tesoro: una colección de propuestas interesantes, divertidas (a veces descabelladas) para poner a prueba nuestra destreza creativa y capacidad para repensar lo que ya sabemos e inventarnos el resto.
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